martes, 22 de enero de 2019
CAMUFLAJE
En el reino animal el riesgo de servir como alimento a otro ser vivo es muy alto, y por ello las especies desarrollan distintos mecanismos para no ser depredados por sus compañeros de hábitat. Hay quienes desarrollan una fuerte musculatura que les permite huir rápidamente, otros poseen partes duras bajo las que poder esconderse, y otros, los más originales sin duda, se sirven de distintas técnicas de camuflaje para pasar desapercibidos y poder sobrevivir en un ambiente tan hostil.
Es una forma de mimetismo en el que la parte del cuerpo de un animal se mimetiza con otra que resulta más vulnerable, para así desviar el ataque de los predadores hacia las partes menos vulnerables del cuerpo, y así pudiendo escapar y sobrevivir. Los ejemplos más claros lo dan ciertas especies de mariposas y peces que presentan manchas en forma de ojos u ocelos en las alas y la cola, respectivamente, que asemejan la cabeza del animal, la parte más vulnerable y donde sus predadores tienden a atacar. Como estas partes son menos vulnerables que la cabeza, el animal puede escapar y sobrevivir.
En 1879 Fritz Müller hizo notar que los animales miméticos a menudo coinciden en la propiedad que los defiende frente a los depredadores, por ejemplo: el mal sabor. La razón es que de esta manera “educan” al depredador joven; puesto que éste no elude de manera innata a estas presas. Al ser semejantes, el depredador sólo debe probar una para aprender a rechazarlas a todas. Pero si dos especies, igualmente coloreadas y desagradables, tienen una semejanza entre sí, morirían menos animales de cada una de ellas que si el predador tuviera que aprender a distinguir entre dos coloraciones distintas. Otra diferencia con el mimetismo batesiano es que, al ser todas las especies igualmente desagradables, también son igualmente numerosas.
En algunos casos aposematismo y mimetismo se combinan en plantas para atraer a agentes polinizadores, vectores del polen.
El mimetismo agresivo ocurre en algunos depredadores y parásitos que comparten su apariencia con una especie inofensiva, engañando a las posibles presas o especies hospederas. Usan distintos tipos de mimetismo, pero en algunos casos imitan a la presa o especie huésped.
En un caso poco común la larva planidio de algunos escarabajos del género Meloe se agrupan y producen una feromona que imita al atractivo sexual de alguna especie de abeja. Cuando llega el macho y trata de aparearse con la masa de larvas, éstas se montan en su abdomen. De allí son transferidas a una abeja hembra y así pueden llegar al nido y parasitar a las larvas.
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